12 de mayo de 2008

China y los recursos energéticos

China es el país donde se concentra la mayor parte de recursos energéticos de Asia oriental y la explotación de estos recursos sirven como fundamento para el desarrollo económico del país; dispone de gran cantidad de yacimientos minerales, petrolíferos y de gas, así como una enorme cantidad de terrenos (tanto en la plataforma continental como marina) que le quedan por explotar. No hay que olvidar tampoco el importante papel que juega el agua (un bien tan abundante en el país) en la generación de energía eléctrica. El principal recurso con el que cuenta es el carbón, mediante el cual se obtiene gran parte de la energía eléctrica del país; para generar el resto de energía recurre asimismo al petróleo. Si bien podríamos pensar que China es un país con un desarrollo “autosostenido”, como consecuencia del acelerado crecimiento económico de China, el país se enfronta a unas necesidades energéticas sin precedentes. En cuestión de apenas dos décadas, ha pasado de ser el mayor exportador de petróleo de Asia oriental ha convertirse no sólo en el segundo importador de ésta fuente de energía, sino que también empiezan a escasear el gas y otros recursos industriales. Por ello, China se enfrenta al reto de tener que adaptar su política exterior a sus propias necesidades energéticas. Las necesidades energéticas de China pueden resultar muy favorables a aquellos estados en vías de desarrollo que contribuyan al abastecimiento, pero para países como Japón o Estados Unidos, esta inestabilidad puede representar un problema preocupante, puesto que el peso de China en la política internacional actual es de suma importancia y cualquier desajuste que ésta pueda sufrir puede tener repercusiones a nivel mundial, todo y que de momento no se vislumbra una situación alarmante. El gobierno de Pequín está promoviendo relaciones de colaboración con las empresas estatales extranjeras productoras de petróleo, gas y otros recursos para firmar acuerdos de colaboración bilaterales, en los que China obtendría los recursos necesarios, a cambio de prestar su ayuda en la mejora de las infraestructuras o de perdonar las deudas externas. Así pues, encontramos que estas crecientes dependencias energéticas han hecho que el gobierno chino se convierta en un elemento clave en Oriente Medio, debido a sus acuerdos de negocios bilaterales entre China y los principales países árabes productores de petróleo, pero los intereses van más allá: “Beijing also agreed to work with the 22-member Arab League to fight terrorism and establish a nuclear-free Middle East”[1]. Igualmente, China ha tenido necesidad de ampliar sus acuerdos con determinados países africanos a fin de conseguir más abastecimiento. El gobierno de Pequín se ha mostrado igualmente activo en los países sudamericanos, invirtiendo un importe capital destinado a proyectos de extracción de petróleo y de gas. Pero además de recurrir mayoritariamente a diferentes países en desarrollo, China también ha optado por ampliar su radio de acción a los países habitualmente colaboradores de los Estados Unidos, como es el caso de Australia, con quien ha negociado la venta de minerales de hierro, de carbón e incluso de gas natural. Las cifras que incrementarán los ingresos de Australia serán sin duda una importante contribución al desarrollo de la economía local. Del mismo modo, China ha entablado relaciones diplomáticas con Canadá, a fin de explotar sus depósitos de gas, de uranio y de alquitrán, que de no ser por las contribuciones económicas de China, permanecerían vírgenes a su explotación. Mientras tanto, Estados Unidos controla muy de cerca las negociaciones de China con estos países clave para su desarrollo en la búsqueda de los mismo recursos, aunque no es el único, porque Japón, con quien China mantiene una tensión importante respecto al control de los yacimientos de gas del Mar de China, ve cómo el apoyo internacional puede hacer tambalear su papel protagonista en el conflicto. La actuación de China además puede verse como una provocación hacia los Estados Unidos, en el sentido en que está entrando en una dinámica de colaboraciones con países cuyo respeto por lo valores democráticos y de cooperación internacional así como de los derechos humanos -tan promovidos por los Estados Unidos- es inexistente. China se justifica afirmando que en cuestión de negocios, toda colaboración es válida y es que al fin y al cabo lo único que cuenta es conseguir los recursos necesarios para mantenerse en su posición privilegiada del panorama geopolítico internacional.

Por otro lado, China no sólo se enfrenta a los problemas de suministro de recursos, sino que también al transporte de los mismos hasta su punto de destino. Aunque se está negociando la construcción de canalizaciones desde Asia Central hasta China, parece que de momento la forma más viable de transportar los recursos obtenidos es a través de la vía marítima. Teniendo en cuenta que la armada naval china es bastante limitada, este factor puede propiciar una serie de altercados en los principales enclaves de petróleo controlados por China en el Mar de China: estrecho de Malacca o en el de Taiwán o incluso los archipiélagos Paracel y Spratley. Por consiguiente, el juego de China consiste en entablar negociaciones con todos aquellos estados que tengan un papel en estas zonas (entre ellos la ASEAN), no sólo para garantizar la seguridad marítima, sino que además para proteger los propios intereses energéticos del gobierno chino, aunque tal y como afirmaba Porter Goss - director de la CIA- en su presentación ante el Comité de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos, el crecimiento militar chino “supone una amenaza para el equilibrio de poder en el Estrecho de Taiwán”[2]. Gracias a estas medidas diplomáticas, China conseguirá su objetivo y quedará asegurada su permanencia en el rol económico internacional. No obstante, China, muy consciente del enorme problema que la persigue dada su falta de recursos, está empezando a trabajar para evitar mayores dificultades en el futuro. Estas acciones se manifiestan en la apuesta por generar nuevas fuentes de energía (como la nuclear), potenciar las existentes (como la hidráulica) o conservar al máximo las reservas efectivas, todo ello controlado por una agencia concebida con este fin. Si se consigue frenar el rápido consumo energético, se podrán mantener por más tiempo unos precios más competitivos de los recursos; se estará velando asimismo para que no acabar con los recursos mundiales actuales.

La alta dependencia de China de otras naciones en cuestión energética, despierta un recelo por parte del gobierno del país, ya que considera que Estados Unidos puede aprovechar esta debilidad para desestabilizar su crecimiento. Sin embargo, es necesario pensar que las dos potencias no deben entrar en conflicto si ambas persiguen los mismos intereses: precios asequibles del petróleo y seguridad en los mares, que contribuirían a una estabilidad internacional necesaria para conseguir una prosperidad económica mundial. Sin embargo, “la cooperación internacional, regional y bilateral entre Beijing y Washington es muy limitada debido a las fuertes sospechas que alberga cada parte sobre la estrategia e intenciones a largo plazo de la otra”[3].

[1]http://www.uofaweb.ualberta.ca/chinainstitute/nav03.cfm?nav03=46531&nav02=43875&nav01=43092
[2] http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/exterior/Nota.asp?nota_id=680245
[3] VILARÓ, M. y BLASCO, A. “Desarrollo industrial y geopolítica china”. Módulo IV-Geografía, Postgrado de Economía y negocios con China, 2006, Ed. IAEU, Barcelona
BIBLIOGRAFÍA
China Internet Information Center, www.china.org.cn
El País, “Japón y China se atascan en el conflicto que les enfrenta por los yacimientos de gas”, 22 de mayo de 2006 (formato papel).
http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/exterior/Nota.asp?nota_id=680245
University of Alberta http://www.uofaweb.ualberta.ca/chinainstitute/nav03.cfm?nav03=46531&nav02=43875&nav01=43092
VV.AA, Geografia física i humana de l’Àsia Oriental, Barcelona, Fundació per a la Universitat Oberta de Catalunya, 2007
VILARÓ, M. y BLASCO, A. “Desarrollo industrial y geopolítica china”. Módulo IV-Geografía, Postgrado de Economía y negocios con China, 2006, Ed. IAEU, Barcelona
Zweig, David y Jianhai, Bi, “China's Global Hunt for Energy”, Foreign Affairs, Sep/Oct2005, Vol. 84, Issue 5, pp. 25-38.

1 de mayo de 2008

Legado artístico del budismo

La llegada del budismo supuso una eclosión artística que culminaría con el surgimiento de motivos y contenidos nuevos e insólitas tendencias, enriqueciendo así el arte asiático, muy especialmente, en el ámbito de la arquitectura, la pintura y la escultura. El norte de la India se convirtió en el foco de expansión del arte budista y la ruta de la seda, además de propiciar intercambios comerciales, sirvió como vehículo para difundirlo por todo el territorio asiático.

“Un arte tan rico como el búdico indio en significación humana y en simbología religiosa no podía sino expandirse”[1]. El arte budista indio, a través de las rutas terrestres y marítimas, penetró en Asia Central y desde allí se propagó hacia China, Corea y Japón; por el sur, llegó hasta Sri Lanka, Birmania, Camboya e Indonesia, dejando sólidas muestras artísticas por doquier. El siguiente mapa refleja los yacimientos artísticos budistas más importantes de Asia Central y China, dejando una clara evidencia del paso de esta religión y de la necesidad de manifestarla artísticamente.

BAMIYÁN
NIYA
DUNHUANG
BEZEKLIK
MIRAN
KOTHAN
KYZIL
MAIJISHAN
BINGLINGSI
CHANG’AN
LUOYANG
LONGMEN
YUNGANG
BAIMASI

Todos estos emplazamientos búdicos están compuestos por un conjunto de templos excavados en la roca decorados con pinturas murales y que albergan miles de esculturas budistas, manuscritos y hasta reliquias del Buda. Históricamente, no sólo constituían importantes centros de oración budista, sino que también verdaderos enclaves geográficos, por el lugar en que estaban construidos, ya que peregrinos, soldados y comerciantes que circulaban por toda la ruta de la seda buscaban abrigo en estos santuarios. Estos primeros templos construidos en cuevas seguían los patrones de construcción hindúes. “La entrada de la cueva conducía a un gran espacio abierto donde los devotos podían sentarse o permanecer en pie frente a una pequeña estupa o una imagen de Buda”[2]. Tanto las cuevas interiores como los frontales exteriores de los santuarios estaban decorados con esculturas igualmente talladas y esculpidas en piedra. Se trata, en su mayoría, de enormes imágenes de Buda. En las cuevas más tempranas, se refleja una clara influencia de la escuela Gandhara, cuyo arte, fruto del sincretismo griego y budista (arte grecobudista), dará lugar a estatuas de un Buda con formas apolíneas (nariz rectilínea, boca bien perfilada, enormes párpados que caen por encima de los ojos), pero con características típicamente hindúes (marca en el entrecejo[3], pelo recogido en moño). Sin embargo, no todos estos emplazamientos datan de la misma época, con lo que se aprecian diferencias notables entre ellos. Así, por ejemplo, los grandes budas de las cuevas de Yungang, poseen unos rasgos angulosos y una actitud austera, fruto del influjo del modelo indio, mientras que en las grutas excavadas en Longmen, las estatuas adquieren unos rasgos más dulces y delicados, propios de un estilo más chino. En cualquier caso, la mayoría de estatuas alcanzan unas medidas impresionantes (35 ó 53 metros de altura como en el caso de los desaparecidos budas de Bamiyán) y muchos de estos templos fueron enriquecidos, con el transcurso de los años posteriores, con nuevas grutas y estatuas.

“Las paredes de las grutas y los muros de los monasterios dieron soporte a una pintura religiosa”[4] que gozaba de una luminosidad inédita, gracias a la utilización de pigmentos azules y verdes. La mayoría de estas pinturas son de temática budista: retratos de budas y de otras divinidades, pasajes sobre la vida de personajes budistas históricos de la India, Asia Central o China, incluso escenas que narran algunos sutras, pero otros murales simplemente inmortalizaban detalles de la vida cotidiana tales como propios intercambios comerciales, el vestuario de las diferentes épocas, las costumbres o la arquitectura tradicional. Podría pues afirmarse que las paredes de estas cuevas podrían haber sido verdaderas bibliotecas de libros escritos en las paredes pero, por desgracia, a causa del paso del tiempo, de los actos vandálicos, de las inclemencias meteorológicas o de los intentos de estudio de estas obras por parte de científicos, en la actualidad podemos contar con una ínfima cantidad de estos vestigios, como es el caso de Qianfodong (Dunhuang), Astana o Turfan.

Con la fuerte asimilación del budismo, pronto se desarrollaron las comunidades monásticas (sangha) formadas por monjes budistas cuya misión era estudiar la religión y difundirla. Con este fin se crearon los primeros monasterios budistas, que además de estar “dedicats a la preservació de les escriptures, eren també grans centres de creació intel·lectual”[5]. La edificación de los monasterios debía cumplir con las características del retiro budista ideal: celdas individuales ubicadas alrededor de un patio central, buen suministro de agua, cercanos a montes o montañas arboladas y unas enormes salas en las que los monjes se reunían para recitar los textos sagrados y donde se guardan los sutras. “La principal figura de un Buda de un monasterio solía albergarse en una sala santuario llamada gandhakuti (cámara perfumada)”[6]. Ya hacia los siglos XI y XII, los monasterios habían alcanzado sus manifestaciones más complejas en lugares como el Tíbet, como es el caso del conjunto de monasterios y templos de Drathang (año 1081). La edificación de los templos budistas adquirió una enorme relevancia en la arquitectura del mundo búdico y muchos de ellos se han convertido en auténticos elementos de referencia. Destacan en este sentido Borobudur (Java, Indonesia), el Templo del Diente (Kandy, Sri Lanka), el Templo del Buda Esmeralda (Bangkok, Tailandia), el Templo Jokhang (Lhasa, Tíbet) o el Templo Todaiji (Nara, Japón), entre otros.

Durante muchos siglos, el budismo no contó con la representación humana de Buda. De este modo, en un principio, se veneraba la dharma y la figura de Buda, pero no su imagen. Cuando posteriormente se pasó a venerar las imágenes y las reliquias de Buda, proliferó la construcción de las estupas, que se convirtieron en el prototipo de templo budista. La estupa era básicamente “un túmulo funerario que contenía las reliquias de los restos incinerados de Buda”[7] en forma de una estructura campaniforme (o tazón invertido) rematada por un eje vertical y edificada sobre una plataforma; la columna central contiene una especie de parasoles en su parte superior que evoca la imagen de Buda. A medida que el budismo iba sentando sus bases, las estupas evolucionaban paralelamente. Pronto se decoraron con representaciones de Buda, escenas de su vida o con historias que se relataban en los textos budistas. La forma de las estupas ha evolucionado de manera diferente dependiendo del país en el que se edificaba y a lo largo de los siglos: de madera, ladrillo, mampostería o hierro; de forma tetragonal, octogonal o decagonal. Concretamente en China este tipo de edificios tenían una verticalidad predominante lo que rompió drásticamente con el estilo horizontal de la arquitectura existente en el país hasta entonces. Una clara muestra son las estupas de 120 metros de altura de Yongningsi (Luoyang), desaparecidas actualmente. La culminación de esta verticalidad a gran altura dio lugar en China y Japón a las pagodas, en forma de torre de pisos. Entre las más antiguas que aún se conservan, están las dos estupas de mampostería de Xi’an (siglo VII) o la estupa de piedra de Songyueshi (año 520).

Muchas de estas obras artísticas, muy especialmente en China, no hubieran visto la luz sin la contribución de la aristocracia y la nobleza, así como por el apoyo de los emperadores y gobernantes que adoptaron con especial entusiasmo el budismo como religión y entendieron la importancia de expresarla y difundirla con fervor: “son numerosas las pinturas murales budistas, así como las esculturas y tallas en las grutas, en las que se representaban a los emperadores y la emperatrices rindiendo culto a Buda”[8]. Por consiguiente, el triunfo religioso y artístico del budismo venían cogidos de la mano.

[1] VVAA. Artes y civilizaciones. “Orígenes: África, América, Asia y Oceanía”, Ed.Lunwerg, Barcelona, 2006, p.248
[2] DAVID ECKEL, Malcolm. Entender el Budismo, Capítulo VI, Ed. Blume, Barcelona, 2003, p. 67
[3] En alusión al Tika o marca que se pintan los hindúes en el entrecejo simbolizando el tercer ojo del conocimiento espiritual (como sede de la sabiduría latente y concentración mental).
[4] GERNET, Jacques. El mundo chino. Crítica, Barcelona, 1991, p.198
[5] FOLCH, Dolors. Història de l’Àsia Oriental I: els imperis de l’Àsia Oriental, Mòdul 3 - “El Període de desunió”, p.31
[6] TRAINOR, Kevin. Budismo: principios, práctica, rituales y escrituras sagradas, “Aspectos históricos, religiosos y sociales”, Ed. Blume, Barcelona, 2001, p.103
[7] DAVID ECKEL, Malcolm. Op. Cit., p.65
[8] VVAA. Artes y civilizaciones, Op. Cit., p. 298