21 de enero de 2009

Guerra de Camboya y Guerra de Vietnam

La segunda mitad del siglo XX fue el escenario de una rivalidad abierta entre las dos potencias que dominaban el orden bipolar del momento: EEUU, liderando el bloque capitalista, y la URSS, al frente del bloque comunista. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) y hasta la disolución de la Unión Soviética (1991), los dos bloques protagonizaron un enfrentamiento indirecto librado a nivel político, económico, ideológico, propagandístico y tecnológico que se conoce como Guerra Fría.

Este conflicto no armado[1] rigió las relaciones internacionales durante el período señalado porque ambas superpotencias actuaron como ejes de influencia en el contexto mundial arrastrando a numerosos países a través de diferentes estrategias políticas y militares, directas o indirectas, y aprovechando o respaldando los conflictos regionales entre sus aliados y otros países. A cambio de ayuda económica, militar o política, cada uno de los bandos fue ampliando su esfera de poder y, gracias a las diferentes alineaciones, cada bloque consiguió expandir e implantar su respectivo modelo de gobierno. El objetivo era muy claro: propagar sus ideologías políticas y sus modelos económicos entre los diferentes países de la región, ampliar así sus áreas de influencia y ganar peso en la disputa por la hegemonía mundial. Los EEUU ambicionaban la unipolaridad en la hegemonía mundial, lo que significaba el dominio del mundo regido por el sistema capitalista. Para conseguirlo era necesario minar la influencia del comunismo que se estaba expandiendo en el mundo en gran medida[2]; si EEUU no lograba contener y debilitar el avance de este otro sistema alternativo impuesto por la URSS, podría llegar a dilatarse por todo el mundo, siguiendo un efecto dominó. La URSS, convencida de que hacía falta neutralizar las pretensiones de los EEUU, buscaba nuevos partidarios por todo el mundo. Como consecuencia del progresivo aumento del potencial de la URSS como enemigo temible, en 1947 EEUU propuso la Doctrina Truman, que justificaba la ayuda a las naciones que peligraban de ser gobernadas por un régimen totalitario “los pueblos libres del mundo nos buscan para el apoyo en el mantenimiento de sus libertades”[3], así como el Plan Marshall, que intentaba evitar que la Europa Occidental devastada por la Guerra no se orientar hacia gobiernos comunistas ni influenciar por la URSS.

Los países asiáticos adquirieron un peso fundamental en el decurso de la Guerra Fría, ya que los conflictos regionales marcaron los movimientos de las dos potencias y la geopolítica de la zona “después de la era colonial, las grandes potencias no han dejado de jugar un papel mayor y convertir al Sudeste Asiático en una zona de conflictos”[4]. El escenario que ofrecía la zona no podía ser más propicio; la Segunda Guerra Mundial, el papel de la ONU y el descontento social aceleraron la crisis del colonialismo asiático, con lo que inicia en la región un proceso de descolonización, complicado para muchos países que veían cómo las metrópolis se resistían a desligarse del vínculo. Tanto la URSS como los EEUU vieron en este escenario la ocasión idónea de apoyar a los nuevos países independientes para ganarse nuevos seguidores y hacer decantar la balanza de dominio bipolar hacia uno y otro lado: “negotiating with the United States in that era meant there was often room for compromise”[5]. Los países asiáticos se beneficiaban de este apoyo porque contribuía a conseguir un desarrollo económico y porque la presencia, por ejemplo, norteamericana en Asia contrarrestaba la creciente influencia de China en la región a la vez que les protegía de posibles amenazas externas. Las primeras manifestaciones de esta guerra no oficial entre URSS y EEUU en Asia se dieron en el contexto de la Guerra Civil China[6] y de la Guerra de Corea[7]. Estos dos conflictos son clave para entender las posteriores alineaciones y el dinamismo de cada bloque. “La influencia soviética era muy profunda en China justo en el momento en que se sentaron las bases del nuevo régimen”[8], por lo tanto, es natural que el Partido Comunista Chino recibiera el apoyo absoluto de la URSS, mientras los EEUU se posicionaba a favor del gobierno democrático promulgado en Taiwán. Lo mismo sucedió con Corea; la división del país en dos estados respaldados por alguna de las dos potencias vaticinaba el futuro que esperaba a Vietnam, poniendo en evidencia el peligro que entrañan las vinculaciones en las relaciones exteriores[9]. Tanto Corea primero como Vietnam o Camboya después se convirtieron en los escenarios principales en Asia del enfrentamiento entre los dos bloques. La URSS protegía y apoyaba al bando comunista (Corea del Norte, Vietnam del Norte) de la persecución de los EEUU para frenar el avance del comunismo en Asia.

China constituyó la tercera potencia en juego y su papel fue también muy importante en las estrategias de la Guerra Fría dada la cooperación sino-soviética. Si bien durante los años cincuenta se estableció una potente alianza entre la URSS y China poniendo en alerta máxima a EEUU, el pacto fue totalmente interesado entre ambos, puesto que buscaban defender sus propios intereses de expandir el comunismo y frenar las ambiciones unipolares de hegemonía mundial por parte de EEUU. Por consiguiente, mientras este trato fue firme y estable, China seguía los pasos de su protector, como bien demuestra el apoyo que ambos brindaron a Ho Chi-Minh y al Viet-minh[10] durante la Guerra de Vietnam, y en contra de EEUU y el gobierno pro-occidental y capitalista del presidente Ngo Dinh Diem en Vietnam del Sur. “Washington decidió frenar la expansión comunista y mantener el statu quo: con bombardeos aéreos en el norte [de Vietnam], buscaban disuadir la insurrección del Sur. Con el desembarco de tropas y la construcción de bases militares en el Sur, también querían neutralizar esta insurrección”[11]. Si, por un lado, la intervención masiva y directa de EEUU en Vietnam estuvo propiciada por un ataque directo a buques norteamericanos en el Golfo de Tonkin[12], la participación indirecta de China y la URSS no respondía más que al juego estratégico de la Guerra Fría. El apoyo interesado de la coalición sino-soviética (porque ambos eran comunistas y no podían permitir que EEUU entorpeciera el avance de la ideología) aportaría a Vietnam del Norte el poder económico y militar necesario para hacerse con la victoria.

Sin embargo, los cambios en las directrices del gobierno soviético, más volcado en los planes de desestalinización, en el aburguesamiento de la sociedad y en un acercamiento estratégico con EEUU a fin de evitar un posible conflicto armado[13], condujeron a un distanciamiento cada vez mayor entre la URSS y China, hasta el punto que no sólo concluyeron las relaciones entre ambos, sino que además provocaron enfrentamientos directos entre ambos[14], el principal de los cuales se plasmó en la Guerra de Camboya. Así pues, cuando el líder de los Khmeres rojos -Pol Pot- pretendió restablecer las antiguas fronteras de Camboya invadiendo territorio vietnamita, la URSS decidió posicionarse junto a Vietnam del Norte, por un doble motivo: porque ya estaban siendo aliados en la Guerra iniciada anteriormente en Vietnam al compartir gobiernos de tendencia comunista y porque en las prioridades de la política exterior del gobierno soviético no se podía tolerar la tiranía con que Pol Pot estaba conduciendo el país y porque su enemigo chino ya se estaba aliando con Camboya en el conflicto[15]. El posicionamiento de China estaba infundado por los mismos motivos que habían movido a la URSS durante la Guerra Fría: el fortalecimiento y difusión del comunismo en Asia. Puesto que Pol Pot seguía un gobierno comunista pro-chino, el entonces dirigente chino, Mao Zedong, colaboró en la fundación del Partido Comunista Camboyano, creando unos lazos de unión muy fuertes entre ellos. Por esto mismo, cuando China supo que Vietnam del Norte aliado con la URSS estaba protegiendo la frontera vietnamita frente los posibles ataques de Camboya, no dudó en prestar a Pol Pot su apoyo económico y militar.

En este conflicto con Camboya, EEUU también se había posicionado a favor de Camboya, pero por motivos muy diferentes (y en una facción distinta) a los que tenía China. EEUU, inmerso en la Guerra de Vietnam, tuvo sus sospechas de que el entonces regente camboyano Sihanouk estaba permitiendo el paso de los Vietcong[16] hacia Vietnam del Sur (su aliado en la Guerra) a través de la ruta Ho Chi Mihn por Camboya, con lo que inmediatamente procedió a bombardear a Camboya como castigo y promovió un Golpe de Estado militar que derrocara al régimen monárquico de Sihanouk. Pero, al contrario del objetivo que podía haber buscado China de dejar en el mando a un gobierno comunista, EEUU impulsó el ascenso al poder de Lon Nol, con claras tendencias pro-occidentales[17].

Los conflictos armados en Asia ya duraban desde hacía mucho tiempo y al parecer la atención internacional sobre estos sucesos era cada vez menos intensa y la implicación occidental menos frecuente. Sin embargo, es importante destacar la importante labor de la ONU, durante la etapa final de las guerras contra Vietnam y Camboya, así como en los últimos años de la Guerra Fría. El Tratado de Paz entre Vietnam y Camboya promovido por la ONU en 1991, conllevó la celebración de elecciones en 1992 que establecieron en Camboya una monarquía parlamentaria con régimen democrático en manos de la coalición entre el FUNCIPEC[18] y el Partido del Pueblo Camboyano[19]. La ONU se encargó de la retirada en Camboya del ejército vietnamita enviando 20.000 soldados para controlar el alto al fuego y vigilar la celebración de las elecciones del 92. Además de convertirse en un organismo de supervisión supranacional, también actuó como mediadora para que Camboya recuperara su asiento perdido en la organización[20]. A diferencia de la ONU, las organizaciones creadas en la región asiática, por su parte, no tuvieron un papel trascendental en el desenlace de las guerras en la antigua Indochina. La SEATO, promovida por los EEUU para garantizar la integración regional del Sudeste asiático y frenar el avance del comunismo en la región, fue crucial en la aprobación de la ofensiva de EEUU a Vietnam del Norte, pero su falta de preparación y de implicación posterior, no le hicieron tener un rol predominante en la gestión de la Guerra de Vietnam. La ASEAN, por su parte, que apostaba por la resolución pacífica de los conflictos territoriales y la defensa de EEUU en los posibles ataques comunistas en la región, decidió no mover ficha en la Guerra de Camboya y quedó relegada a un completo segundo plano. En conclusión, toda la dinámica de la Guerra Fría viene condicionada por la lucha del orden mundial por parte de los dos bloques de poder, EEUU y la URSS, que juegan un papel vital en el desarrollo de la geopolítica asiática en la era postcolonial. El análisis de dos enfrentamientos diferentes como las guerras de Vietnam y de Camboya demuestra que responden a un mismo dinamismo conflictivo.


BIBLIOGRAFÍA



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[1] Como se analizará más adelante, otro conflicto armado directo fue a raíz de la Guerra de Vietnam.
[2] Tal y como muestra el mapa propuesto de las alineaciones URSS-EEUU durante los años 1945-60 de la Guerra Fría.
[3] Discurso de Harry S. Truman ante la sesión conjunta del Congreso, el 12 de Marzo de 1947.
[4] BRUNEAU, M y TAILARD, C. (1995) “Asie du Sud-est”, en R. Brunet (dir.) Géographie Universelle, vol. VII, Paris/Montpellier : Belin/Reclus, p.6-7
[5] UNITED STATES INSTITUTE OF PEACE. (2002). U.S.Negotiating Behavior- Special Report. Washington: USIP. Disponible en: http://permanent.access.gpo.gov/websites/usip/www.usip.org/pubs/specialreports/sr94.pdf
[6] Que enfrentó entre 1927 y 1949 al Partido Nacionalista Chino (Kuomintang) y el Partido Comunista Chino.
[7] Originada por el asalto de Corea del Norte a Corea del Sur, enfrentando a ambos países desde 1950 a 1953.
[8] GERNET, J. (2005). El mundo chino. Barcelona: Crítica, p. 580.
[9] LUNA, J. (2004). “La realitat de la guerra freda a l’Àsia oriental: les seves seqüeles al segle XXI” – Módulo 1 en Política Internacional a l’Àsia oriental. Barcelona: FUOC, p. 13.
[10] Liga para la independencia de Vietnam del Norte o Frente de Liberación Nacional (FLN).
[11] TERTRAIS, H. (2002). “Anciens enjeux péninsulaires, la géographie des deux guerres d’Indochine”, en Michel Foucher (dir.) Atlas Asies nouvelles, Paris: Belin, p. 253-254
[12] Tras el bombardeo por parte de Vietnam del Norte, el presidente Johnson solicita al Congreso carta blanca para intervenir con la fuerza en Vietnam.
[13] Khruschev promueve una coexistencia pacífica entre ambas potencias porque considera que un enfrentamiento armado traería grandes consecuencias (la Guerra Fría se convertiría en un conflicto caliente desembocando en una Tercera Guerra Mundial), a la vez que supondría tener que demostrar los respectivos potenciales nucleares; además creía que para modernizar al país era necesaria la estabilidad.
[14] Tales como los bombardeos de las islas Quemoy y Matsu, la cooperación de China con Albania, el apoyo soviético a la India en el conflicto con el Tíbet o los ensayos nucleares chinos (que provocan un gran enojo a la URSS).
[15] Al terminar la Guerra de Camboya y los khmeres rojos fueron posteriormente derrotados, la URSS siguió prestando su colaboración con el nuevo gobierno establecido en manos de Heng Samrin, cuyo objetivo principal es restablecer el país reactivando la industria, la agricultura y el transporte. La URSS les da su apoyo para recuperar fuentes de energía y un mínimo parque industrial.
[16] Es el nombre que utilizaba el ejército norteamericano para referirse a los Viet-minh.
[17] Tras tres años al poder (1972-75), fue derrocado por Pol Pot, quien instauró el Reinado del Terror hasta el 1979.
[18] Frente Unido por una Camboya Independiente, Neutral, Pacífica y Cooperativa del príncipe Norodom Ranariddh, hijo del monarca Sinahouk.
[19] De Hun Sen. Esta coalición duró hasta 1997, cuando ambos partidos entraron en conflicto y Hun Sen dio un Golpe de Estado y anunció elecciones para el año siguiente.
[20] Se asigna el asiente a una coalición de gobierno hecha entre Sihanouk y los Khmeres rojos, dejando fuera al gobierno provisional de Heng Samrin.

5 de enero de 2009

Constitución Meiji

La redacción de la Constitución Meiji supuso para Japón una serie de cambios a nivel político, económico y social que, muy a pesar de que no procedían de un programa concreto para llevarlos a cabo, se fueron dando de manera muy gradual (y a veces muy lentamente). Una de las acciones que marcan el nuevo período es el traslado de la capital desde Kyoto a Edo (antiguo Tokyo). Tal y como puede apreciarse en el capítulo 1 de la Constitución, el Emperador concentra ahora una serie de poderes que antes eran impensables. Debe ejercer sus poderes en plena soberanía: tiene el poder legislativo; convoca la Dieta; tiene la potestad para declarar la guerra, la paz y aceptar tratados; es el jeje militar y como tal organiza las fuerzas de defensa; puede promulgar ordenanzas especiales en nombre de la Dieta en caso de extrema urgencia y seguridad nacional y ordena las leyes para que sean ejecutadas, entre otras misiones. Por lo tanto, el papel simbólico que tenía anteriormente deja de existir.

En el ámbito político, además, se reorganiza el sistema administrativo, creando dos cámaras legislativas o Dieta: la Cámara Alta (formada por la nobleza) y la Cámara Baja (constituida por miembros escogidos por sufragio universal), así como se da paso a la constitución del Senado (Genrōin). Asimismo, la Constitución permite la creación de una serie de partidos como soporte al gobierno constitucional.
En cuanto a la gestión militar, se busca crear un sistema militar sólido formado por los antiguos samuráis del sistema feudal y siguiendo los modelos alemanes y franceses. Este ejército debía garantizar en todo momento el orden interno y proteger al país de los posibles ataques externos que pudieran surgir como consecuencia de las luchas por el control de los territorios.
Referente a los cambios económicos producidos, cabe destacar que se pretende llevar a cabo una especie de Revolución industrial (al puro modelo británico o estadounidense) para potenciar las fábricas estatales y el aumento de la producción. Sólo promoviendo la industria y apoyando la producción con fondos estatales se podía dirigir a Japón hacia el camino de convertirse en una potencia mundial.
Finalmente, en lo que concierne a las transformaciones sociales, es importante recalcar la importante misión del gobierno para promocionar los estudios, creando un sistema educativo totalmente renovado. Por un lado, se contratan profesores occidentales especializados en técnicas militares, navales, científicas y tecnológicas para que los alumnos japoneses adquieran los conocimientos necesarios para poder competir contra Occidente una vez acaben su formación. Se potencia igualmente el estudio de la lengua inglesa y se promueven los intercambios de estudios al extranjero. Muchos samuráis y daimyō son relegados a tareas burocráticas y comerciales, ya que suponían una fuerte carga económica para el estado.

Como ya se ha comentado anteriormente, estos cambios se intentaban llevar a cabo, pero o bien se iban produciendo de manera paulatina, o bien no se producían en la manera esperado, o simplemente no se producían. Muestra de ello, son las manifestaciones que se daban por parte de la sociedad: tanto los samuráis como los daimyō se sintieron defraudados porque según ellos habían perdido muchos de sus privilegios y estaban cobrando sueldos ridículos, así que sus expectativas no se estaban cumpliendo; igualmente, los campesinos y los comerciantes tampoco obtenían beneficios significantes. Los partidos políticos reclaman la instauración de instituciones específicas y ejemplares, mientras que la sociedad más temerosa sufría por los peligros que podía suponer[1] un contacto tan directo con las culturas extranjeras.

Algunos especialistas consideran que este descontento derivaba del hecho que en realidad la Restauración Meiji se trataba de “una revolución cuyo objetivo formal consistía en el restablecimiento de la autoridad imperial”[2] y no se velaba por una auténtica restructuración del país con unos objetivos de modernización claros. Otros, sin embargo, estiman que el hecho de que no se obtuviera un éxito tan rotundo se debe a que se estaban intentando imponer unas técnicas basadas en el modo de actuación occidental que chocaban de frente con el pensamiento tradicional -por ejemplo, la influencia del Shintoismo- que había imperado durante siglos en el país[3]. En cualquier caso, lo que sí se puede desprender de las manifestaciones sociales es que no se produjeron grandes cambios socioeconómicos o, por lo menos, en la manera que esperaba justo después de la Restauración Meiji. Aunque Japón se estaba encaminando ya hacia el estallido como futura potencia mundial, aún cabría esperar unos años más para poder considerarla como tal.

[1] Como por ejemplo la pérdida de su identidad.
[2] ANDERSON, P. (2002). El estado absolutista. Madrid: Siglo XXI de España Editores, p.473
[3] BEASLEY, W.G. (1972). The Meiji Restoration. California: Standford University Press, pp. 300-304