1 de febrero de 2009

Imperio Manchú - Dinastía Qing

La extensión del imperio manchú durante la dinastía Qing.
Uno de los rasgos que más caracterizan a esta dinastía, especialmente en la primera etapa de mandato es la política expansionista llevada a cabo por los grandes emperadores Qianlong y Kangxi. La extensión del imperio se prolonga más allá de los límites del territorio chino en la etapa anterior y abarca también todo el territorio de Mongolia, la península de Corea, Manchuria, Taiwán (llamada Formosa en esa época), las estepas de Asia Central y el Tíbet, dando lugar a un territorio de más de 120 km2. La conquista de estos territorios fue posible porque la dinastía Qing jugó tanto con sus vecinos como con los propios chinos un papel estratégico: “The Qing had come to power because of their success at winning Chinese over to their side”[1]. Las causas del éxito de los manchúes para acabar con la dinastía Ming y establecer su propia dinastía fueron muy variadas. Por un lado, un grosso importante de jürchen[2] habían abandonado sus tierras para establecerse más hacia el sur, pero otra parte importante se había quedado en el norte y estaba ansiosa por expansionarse. Además estas tribus (entre las cuales se encuentran los jürchen) se habían ido sedentarizando e incluso algunas, por influencia china, habían incluso adoptado formas chinas y se había ido enriqueciendo paulatinamente. Por otro lado, en esa época, Manchuria no estaba “integrada en la administración del imperio, sino dominada por una serie de destacamentos militares”[3]. Por mucho que los pueblos del norte siempre habían supuesto una gran amenaza para las dinastías chinas, parece que los Ming habían asimilado el problema y habían dejado la frontera algo desprotegida de las posibles incursiones. La sólida organización guerrera de los jürchen acabó pasando factura. Con la llegada al poder de los manchúes y el establecimiento de la dinastía Qing, el imperio chino llegó dio paso a “un nuevo período de auge, denominado por los historiadores como Prosperidad de las gobernaciones de Kangxi, Yongzheng y Qianlong”[4]. Para ello, los manchúes tomaron la decisión de compaginar el modelo sínico con el modelo manchú. Algunas de las determinaciones que tomaron eran fruto de su propio proceso de sinización, mientras que otras no eran más que la práctica de sus propias costumbres. Huelga decir que durante casi tres siglos de mandato, se sucedieron numerosos emperadores y regentes y no todos ellos impusieron las mismas medidas. Algunas fueron mejor aceptadas que otras y tuvieron una repercusión más o menos positiva en la sociedad china. Sin embargo, a parte de las tensiones evidentes generadas por el sistema impuesto por parte de los manchúes a los chinos[5], la implantación de la dinastía Qing trajo consigo la reacción de inicial de unos ciudadanos que estaban viendo como de nuevo estaban siendo gobernados por una dinastía de origen extranjero[6].
Hemos visto que una parte considerable de la población, asumía el nuevo gobierno con dignidad porque consideraban que la situación tan precaria que habían dejado los Ming no podía agravarse con los Qing. Un número considerable de señores feudales optaron por el suicidio tras la caída de los Ming, puesto que preferían dejar de vivir que vivir una pérdida de su poder político y económico. Sin embargo, sí existían focos de resistencia, especialmente por parte de los generales partidarios de los Ming que “refugiados en el Sur, contaban con la ayuda de los piratas de Taiwán”[7]. Finalmente éstos fueron reprimidos y como consecuencia de ello, Taiwán pasó a anexionarse al territorio chino. Asimismo, algunos detractores civiles fueron tomados en cautividad por su negación a la nueva dinastía foránea, aunque también muchos otros acabaron convirtiéndose en auténticos manchúes.

La etapa final de la dinastía -primeros dos tercios del s. XIX - se caracterizan por los grandes retos que tuvo que afrontar. El expansionismo y el subsiguiente crecimiento demográfico implicaban unos gastos ingentes que se costeaban con los fondos del estado y que ponían en serio peligro las finanzas del imperio. Este hecho unido a la gradual corrupción de los altos cargos de la Administración desencadenó una degradación del clima social y el pertinente descontento de la población, que empezó a aglutinarse para llevar a cabo insurrecciones internas relevantes (tal y como se plasma en el mapa, las más importantes fueron las rebeliones musulmanas -en Yunnan, Shaanxi, Gansu y Xinjiang- y la rebelión Taiping). Los gobernantes eran incapaces de gestionar la problemática político-social y es justo en este momento en que irrumpe la llegada de las potencias extranjeras a China. Durante el final del s. XIX, estas potencias serán las que ocasionarán grandes enfrentamientos en territorio chino y, tras la Rebelión de los Bóxers, propician la caída de la dinastía Qing, del Imperio dinástico y se proclama la República. La historia china entró en una etapa totalmente nueva tras la desaparición de la dinastía Qing; se derrocó el sistema feudal que había dominado en China durante más de dos mil años, lo que marcaría el paso de una China tradicional a la China moderna actual.

Ahora bien, afirmar que la crisis del imperio es consecuencia directa de la llegada de los occidentales es quizá ser demasiado categórico. Como hemos visto, la estabilidad lograda durante esta dinastía propició una consecuente prosperidad que cristalizaría en un aumento muy alto de la población: a finales del siglo XVIII, China contaba ya con 300 millones de habitantes[8]. Sin embargo, “there was no industry or trade of sufficient scope to absorb the surplus labor”[9], lo que generaría graves problemas internos de origen económico, que finalmente conducirán a las revueltas populares que contribuirán a derrotar al sistema. Asimismo, durante esta dinastía, China adquirió unas dimensiones espectaculares. Sin embargo, esta coalición de territorios de diferentes orígenes bien tiene sus graves consecuencias. Todas las culturas que integraron el territorio fueron adquiriendo y absorbiendo la cultura base, la china; si bien este era un factor sine qua non para el éxito de la consolidación del imperio, planteaba serios perjuicios en las costumbres, lenguas, literaturas, etc. de origen de todas ellas, alterando seriamente sus modelos socio-culturales[10] y generando una serie de tensiones que alimentaban el crispamiento de los grupos que protagonizaron los levantamientos que acabarían a la larga con la dinastía. Igualmente, a fin de abastecer, de poblar y de potenciar el comercio con las regiones más apartadas del imperio (zonas del norte o el Xinjiang), los manchúes obligaron a muchos ciudadanos chinos a emigrar forzosamente a estas zonas, ensalzando las reacciones opuestas de estos desplazados[11]. Dicho esto, en conclusión se podría afirmar que nuevamente (al igual que sucedió con Japón) es la convergencia de los dos factores los que propician la crisis del imperio chino.

[1] "China". Encyclopædia Britannica. Encyclopædia Britannica Online: UOC
[2] Por su localización geográfica, el territorio conocido como Manchuria ha sido el punto de encuentro de numerosas culturas (china, siberiana, mongola, coreana), aspecto que se ha visto reflejado por la diversidad de pueblos nómadas que han surgido de esta zona, lo que ha hecho que algunos expertos en la materia lleguen a catalogarla como “a loose conglomeration of tribes” [HUANG, Pei, (Jun. 1990). New Light on The Origins of The Manchus, Harvard Journal of Asiatic Studies, Vol. 50, No.1, p. 249]. Una de estas tribus es la que se conoce con el nombre de “jürchen”; este pueblo procedía de la región de Amur y se considera que son los antepasados más directos de los posteriores manchúes.
[3] www.artehistoria.jcyl.es/historia/contextos/1820.htm
[4] http://espanol.cri.cn/chinaabc/chapter14/chapter140111.htm
[5] Estratificación étnica que situaba a los manchúes por encima de los chinos; Encarcelaciones o ejecuciones de aquellos que escribían algo considerado ofensivo para la corte imperial eran muy frecuentes; Los aspirantes manchúes a las carreras burocráticas eran favorecidos sobre los chinos, a pesar de los exámenes que se hacían; Política de autarquía y aislamiento del resto del mundo; Prohibición de los matrimonios mixtos; Obligación para los vencidos de hacerse el peinado manchú (la coleta), como signo de sumisión; Vestimenta típicamente manchú; Segregación territorial, dividiéndose en barrios chinos y manchúes; Obligación para los chinos de desempeñar las actividades productivas; Prohibición para los chinos de emigrar a territorio manchú.
[6] Tras el paso de la Dinastía Yuan de origen mongol (1271-1368)
[7] www.artehistoria.jcyl.es/historia/contextos/1820.htm
[8] Las consecuencias de este importante aumento de población son el origen de la dimensión de población existente hoy en día.
[9] www.upf.edu/materials/huma/central/historia/asiaweb/materials/historia/histxina.htm
[10] Podría entreverse en este punto el origen de los problemas étnicos actuales e China.
[11] Y que, como ya hemos visto, protagonizan las rebeliones musulmanas.

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