El fin de la Segunda Guerra Mundial marcó el inicio de una nueva etapa cargada de tensiones políticas protagonizadas por los Estados Unidos al frente del bloque capitalista y la Unión Soviética como estandarte del bloque comunista. Durante esta Guerra Fría, mientras que los primeros buscaban frenar el avance de un sistema político con el que no comulgaban y los segundos ansiaban acabar con las pretensiones unipolares norteamericanas de hegemonía mundial, el resto de países se iban alineando a uno u otro lado en pro de sus propios intereses y tendencias políticas.
China fue otro de los actores principales en el transcurso de la Guerra Fría, dado que adquirió un papel de soporte crucial, muy acorde a su estrategia en política exterior, en todos los grandes acontecimientos acaecidos durante todo el período, a la vez que en otras ocasiones su rol fue más allá y se vio claramente involucrado en las diferentes tensiones del momentoolucrado en los ro estudiante chino. Muchas gracias!del de. La India, por su parte, coincidiendo con el principio de esta guerra, se embarcaba en una nueva etapa de su historia, dejando atrás un siglo de ocupación británica y un proceso de independencia precipitado con escasa planificación. La falta de previsión británica en la transferencia de poderes, no sólo provocó -por motivos religiosos[1]- la escisión del subcontinente en dos Estados (India y Pakistán), sino que demás originó unos años más tarde unos conflictos territoriales entre India y China, la disputa de los cuales sigue siendo vigente en la actualidad[2].
La primera etapa de la Guerra Fría (1947-1959) para estos dos países puede calificarse de distendida, a pesar de las tensiones al final de la misma. El año 1950 es clave en la historia de las relaciones internacionales entre ambos, dado que es cuando se inician unas verdaderas relaciones diplomáticas. Tras la reciente constitución de la República Popular China, una de las mayores preocupaciones del país era anexionarse el Tíbet a su territorio, acabar con la independencia administrativa y militar tibetana, así como con el régimen feudal que gobernaba en la zona de la mano de los monjes budistas lamaístas. La India, por su situación frontera con el Tíbet, se pronuncia afirmando que no tiene intereses territoriales ni políticos en este conflicto, aunque sí buenas relaciones comerciales que le gustaría mantener. Por ello, decide actuar como mediadora en el conflicto impulsando la firma por parte del Tíbet de la aceptación de la soberanía china a cambio de conservar su propio sistema político y social, y calmando el clima de hostilidades que había hasta su intervención[3]. La India repetiría este papel como intermediario en la resolución de la Guerra de Corea, proponiendo la firma de un armisticio entre ambos grupos beligerantes, entre los cuales se encontraba China. Esta función conciliadora adoptada por la India fue bien aceptada por China, y ambos decretaron la firma de un acuerdo de coexistencia pacífica, conocido como Panchsheel[4]. El objetivo de la firma no fue otro que garantizar la seguridad en una zona que antes estaba protegida por el estado tapón del Tíbet. En este ambiente de relativa calma, y a pesar de las primeras discrepancias en torno a cuestiones territoriales, Zhou Enlai y Jawaharlal Nehru adoptaron el lema “Hindi chini bhai bhai”[5] (la India y China son como hermanos). Las primeras tensiones aparecen cuando la India descubre en 1957 que China había construido, sin permiso de India, una carretera que comunicaba parte del territorio indio de Aksai Chin (y que China consideraba como propio) con el Xinjiang chino, sobrepasando así la línea fronteriza entre ambos territorios. A partir de este momento se inicia un intercambio de comunicaciones al respecto, que no impiden que China solicite apoyo a la India nuevamente delante de la ONU sobre el conflicto China-Taiwán y la movilización internacional. No es hasta 1959, año en que China reclama oficialmente parte del territorio de Aksai Chan y de la McMahon Line (línea fronteriza acordada entre el Imperio británico en la India y el Tíbet en el 1914 tras el acuerdo de Simla) que empiezan los primeros enfrentamientos importantes entre ambos países y que se establece un nuevo período en las relaciones bilaterales.
La segunda etapa (1960-1978) de lo que mundialmente era una Guerra Fría, representaba para China y la India el inicio de una “Guerra Caliente” que se consuma en el 1962 tras las provocaciones por parte de la India de situar puestos militares en la zona del conflicto creyendo que China acabaría cediendo ante la presión y convencida de que su rival no sería capaz de atacar. Sin embargo, la India se equivocaba; ese mismo año, China ataca al ejército indio, menor en capacidad militar y en líneas de comunicación. Aunque la guerra apenas duró un mes, las consecuencias de la misma para la India resultaron tremendamente drásticas, puesto que supusieron la pérdida de una parte considerable del territorio (Noreste de Ladakh y reajustes en la frontera), así como la división de las regiones de Jammu y Cachemira entre Pakistán y la India. Del mismo modo, las relaciones tanto culturales, como comerciales y diplomáticas entre ambos países cesaron por completo. Si bien durante los primeros años de los 60, a parte del estratégico apoyo de China a Pakistán en su guerra contra la India -originada por la división del territorio-, no hubo más que un intercambio de acusaciones y de protestas por ambas partes[6], el año 67 fue especialmente complejo en cuanto a unas relaciones bilaterales tan deterioradas hasta el momento: ambos ejércitos se enfrentan brevemente en dos ocasiones en los territorios de la ruptura (Enfrentamiento de Nathu La y el Incidente de Chola), causando algunas bajas para los dos países. Al mismo tiempo, la India ve como en Naxalbari se producen una serie de levantamientos de origen comunista contra el régimen democrático que, sin duda estaban respaldados por el gobierno chino. Todo ello son pruebas de la clara enemistad que reinaba entre ambos países. Durante los años 70, la situación no cambió demasiado; China secundaba la Guerra indo-pakistaní del 1971, mientras que la India firmaba un Tratado de Paz y Cooperación con la Unión Soviética y los Estados Unidos, alejándose cada vez más de China. Ese mismo año, China entraba en la ONU como República Popular de la China, donde aprovecha para acusar a la URSS de intentar propagar un comunismo cada vez más alejado del aplicado por China través de su alianza con la India. Los años 70 transcurren, por consiguiente, en un clima de adversidad pero sin conflictos armados.
El último decenio de la Guerra Fría coincide con una tercera etapa (1979 a 1989) en las relaciones bilaterales entre China y la India, marcada por el restablecimiento del contacto diplomático. En el 1979 la Unión Soviética se enfrenta directamente a Afganistán en la guerra que confrontaba al gobierno comunista afgano contra la resistencia muyahidín, apoyada entre otros países musulmanes por Pakistán. China, en total disconformidad a esta alineación pakistaní, decide modificar sus relaciones diplomáticas con este país, concretamente en relación a las cuestiones territoriales de Cachemira acercándose, consecuentemente, más a la India. China y la India inician un proceso de negociación referente al tema fronterizo que da pie a establecer nuevamente unas tímidas relaciones diplomáticas. Patrullas indias se colocan en la línea McMahon con el fin de mejorar sus infraestructuras en la zona, pero acusados por el ejército chino de traspasar los límites de la misma, la India es obligada a abandonar la zona, momento que aprovecha el gobierno chino para establecer sus tropas de vigilancia y para construir una pista de aterrizaje para helicópteros. Esta provocación china provoca la ira del gobierno indio, el cual determina volver a enviar sus tropas a la zona. Por lo tanto, en el año 1987 el clima de tensión que se respira entre China y la India se asemeja justo al anterior que se vivió en el año de la Guerra sino-india (1962). Temerosa de repetir una experiencia traumática y aconsejada por su aliado soviético (a quien no le convenía en absoluto un enfrentamiento directo con China), la India opta finalmente en el 1988 por intentar arreglar la situación mediante la aceptación de unas negociaciones bilaterales. Aunque el comunicado conjunto que aceptó la India provocó que se viera obligada a aceptar resoluciones contrarias al apoyo que prestaba al Tíbet[7], también abogaba por la búsqueda de una solución conjunta y equitativa para ambos, así como el mantenimiento oficial de las relaciones diplomáticas.
En conclusión, las relaciones internacionales entre estos dos países son especialmente intensas a lo largo de la Guerra Fría; ambos protagonizan fricciones bilaterales y un conflicto armado, aunque también existen lapsos de convivencia más o menos pacífica e, incluso, de cooperación económica.
BIBLIOGRAFÍA
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· GERNET, Jacques. (2005). El mundo chino. Barcelona: Crítica.
· Historia del siglo XX : http://www.historiasiglo20.org/.
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· LUNA, Joaquín. (2004). “La realitat de la guerra freda a l’Àsia oriental: les seves seqüeles al segle XXI” – Módulo 1 en Política Internacional a l’Àsia oriental. Barcelona: FUOC.
· MARTÍN DE LA GUARDIA, R. (1999). El mundo después de la Segunda Guerra Mundial. Madrid: Akal.
· PUJOL, Óscar. (2005). Introducció a l’Índia en Màster d’Estudis d’Àsia i del Pacífic. Barcelona: UB (Universitat de Barcelona).
· TRAVESEDO, Concepción. (2001). La hostilidad indo-pakistaní como legado de la Guerra Fría. El conflicto de Cachemira. Málaga. Disponible en http://dialnet.unirioja.es/
· VEIGA, Francesc. (2005). La guerra freda. Barcelona: UOC
· www.centurychina.com/plaboard/uploads/1962war.htm
· www.globalsecurity.org/military/library/report/1984/CJB.htm
· www.heritage.org/research/asiaandthepacific/bg2209.cfm
[1] La India, de mayoría hindú, y el Pakistán musulmán.
[2] De hecho, si Londres hubiera previsto el destino de esta zona estratégica, como hubiera sido de esperar teniendo en cuenta que el Imperio Indo hacía frontera con un país del calibre de China, posiblemente los conflictos territoriales posteriores podrían haberse evitado o relajado.
[3] Su participación neutral en el conflicto fue uno de los motivos que empujó al Dalai lama a exiliarse en la India en el año 1959.
[4] Contempla cinco principios básicos entre ambos países: respeto al territorio de cada uno y a sus respectivas soberanías, no agresión, no interferencia en los asuntos internos del otro, igualdad y beneficio mutuo y, finalmente, una coexistencia pacífica. La duración del misma era de 8 años.
[5] www.pinr.com/report.php?ac=view_report&report_id=283&language_id=1
[6] Mientras que la India protesta por la construcción de una nueva carretera de la discordia entre la zona afectada y el Xinjiang, China acusa a la India de respaldar las rebeliones antichinas en el Tíbet.
[7] Por ejemplo, aceptar la soberanía de China sobre el Tíbet, rechazar la llegada de expatriados tibetanos a territorio indio y aportar soluciones a las agitaciones de los rebeldes tibetanos que se producían en el país.
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