1 de diciembre de 2006

La ciudad de la alegría

La Madre Teresa de Calcuta citó en uno de sus escritos: "la vida es la vida, defiéndela". Parece realmente que todos los habitantes de la Ciudad de la Alegría hubieran escuchado estas palabras en un momento de sus vidas. Quizás la Madre Teresa las pronunciara tras conocer el increíble afán de supervivencia que poseen los personajes de esta historia, que, con su inmensa lucha, su coraje, su solidaridad y, sobre todo, con su amor a la vida, acaban dando una impresionante lección de Esperanza, difícil de captar en un mundo occidental basado en estereotipos inculcados por la sociedad materialista ("como si hacer que los ricos sean más pobres hiciera a los pobres más ricos" pág 88).
Es gente que lleva una vida incalificable; miseria me parece demasiado leve. A pesar de ello, se sienten queridos, se dan calor anímico, y hasta se reconfortan moralmente. Carecen de lo necesario para vivir y, sin embargo, siempre saben de dónde sacar las fuerzas para apoyar al prójimo. Son pobres muy ricos de espíritu, pues ven la vida con alegría: cuando no hay motivo para alegrarse, ellos rebosan de júbilo ("mi mujer no tardó en anunciarme que esperaba un hijo [el tercero]; esta noticia me produjo tal alegría..." pág 217). Poco importa el origen de los vecinos o sus religiones. Las calamidades asuelan por igual dentro de la mayor miseria, de las mayores aberraciones y del dolor. No obstante, la vida es un regalo, una oportunidad que merece la pena disfrutar. Viven en un mundo cruel, repleto de fealdad y, todo y eso, la resignación no tiene cabida. Pero no nos engañemos; son conscientes de su existencia desgraciada y, aún así, enfocan sus vidas de manera que se contentan con lo que tienen: su familia y sus amigos. El día a día es una constante lucha digna de admiración, en la que la caridad y el amor triunfan por encima de cualquier explotación. Después de cada problema, renacen y lo celebran ("el mar había hecho estériles sus campos pero encontraron el medio de bailar, de cantar, de expresar su júbilo y su gratitud" pág 362). Es impresionante cómo están agradecidos por seguir viviendo y cómo se consuelan pensando que hay quien está peor que ellos (caso de los leprosos). De aquí, que la figura de Paul Lambert, el sacerdote católico, juegue un papel clave en este desarrollo. Pese a hacer un trabajo lleno de momentos muy duros, también hay lugar para esos pequeños detalles que le hacen pensar que vivir merece la pena. Por ello está dispuesto a consagrar su vida a ayudar con formidables gestos de amor ("yo solía ofrecer una sonrisa al joven limpiabotas que giraba entorno de mí" pág 46).

El libro ejemplifica la degeneración del ser humano, de cómo una persona sufre un descenso en la escala social que le lleva al exilio más humillante. A partir de aquí, todo gira entorno a la obtención de comida, sea mendigando, rebuscando entre basura o trabajando como auténticas bestias de carga. Constantes insultos, extorsiones y expoliaciones deben "tragarse" en silencio, porque, a pesar de los intentos de manifestación, el no poder alimentar a sus familias es aún más difícil de "digerir". Para reflejar esta cruda realidad, debemos de leer esos desgarradores pasajes en los que el autor narra como Hasari Pal se ve obligado a vender su inservible sangre, e incluso sus huesos, por tan sólo 500 rupias ("allí despedazaban los cadáveres sin identificar para recuperar sus esqueletos y exportarlos" pág 142). Ni que decir tiene el relato de la hermosa Selima, la cual pierde la vida al vender el feto que engendra. Y todo ello, sin la menor trascendencia.

También está muy presente en la historia el dominio de las mafias locales sobre los pobres habitantes del slum, que no hace más que empobrecerlos, si cabe, tanto física como psicológicamente ("todas las actividades del slum dependían de ellos" pág 41). Están sometidos a constantes vejaciones por la policía "con sus lathis siempre a punto de golpear sobre los cráneos y las espaldas de los pobres" pág 147, por los propietarios de sus rickshaw "para no inscribirlos regularmente les despedía y luego los volvía a contratar" pág 95 y hasta de los clientes "haz que te pague por adelantado, sino estás apañado" pág 67. Otras figuras como los jueces, los brahamanes, los médicos y enfermeros o algunos comerciantes, son presentados como personajes sin escrúpulos que, por cada prestación de servicios, perciben sus diezmos particulares.

Finalmente, cabría destacar la presencia religiosa en todas las acciones de los personajes: la Fe es constante y nunca la pierden (si bien en ocasiones, la desesperación sería más comprensible). Carecen de comida, pero reservan algunos granos de arroz para las juras; no llega el monzón [como castigo del Dios Bhâgavan], pero siguen rezando a la diosa Gauri (protectora de los campesinos); viven en la más completa miseria, pero siguen teniendo ganas de acicalarse para celebrar sus fiestas religiosas; Hasari está totalmente arruinado y enfermo, pero lo que más le preocupa es la celebración de la boda de su hija, porque así lo manda la tradición... Aún más escalofriante es la manifestación de fe de Bandona tras la noticia de la primera bomba
atómica: "¡Hemos ganado! Ahora somos tan fuertes como los de tu país [...] Nadie volverá a pasar hambre. No habrá más pobres pág 363".


"La desdicha es grande, pero el hombre es aún más grande que la desdicha."
Rabindranath Tagore

25 de noviembre de 2006

Geografía humana del Tíbet

Dadas las alturas del algunas zonas del Tíbet, hay un clima muy severo con unas condiciones de vida muy especiales. De esto se deriva una estructura social muy peculiar tanto en forma de vida, como en las relaciones, la familia, la dieta...

Los tibetanos en sus inicios eran una sociedad nómada. Probablemente (aunque no seguro) emigraron desde alguna zona del Sur de Mongolia hacia la actual zona del Tíbet, mezclándose con otros pueblos que había ya allí. Dadas los enormes valles de la zona, se acabaron sedentarizando y formando comunidades urbanas, que finalmente se convirtieron en ciudades.

En la actualidad, existen 4 grandes grupos para clasificar los habitantes de la zona. En este aspecto, existen grandes diferencias con sus vecinos chinos (agrícolas y urbanos), indios (agrícolas) o mongoles (nómadas). Estos 4 grupos son: nómadas, agricultores, ciudadanos y religiosos (a partir del s. VII una gran comunidad religiosa decide construir ciudades de retiro y de estudio religioso. Practicaban el voto de celibato. En 1950, esta comunidad ocupaba el 20% de la población; un 10% eran mujeres)

1.1) Nómadas (drokpa)
- Son los encargados de proporcionar la carne. Muy a pesar de lo que se cree, los tibetanos, por ser budistas no tienen por qué ser vegetarianos. Muy al contrario, ya que debida la situación geográfica en la que se encuentran, no es fácil cultivar fruta y mucho menos verdura (es casi toda de importación).
- Consumen una harina de cebada (tsampa) tostada que normalmente se mezcla con té y se hace una espiral. A veces se puede mezclar con otros ingredientes como sal, especias, o queso, pero habitualmente se consume solo. Es de consumo diario como nuestro pan.
- No se cultiva arroz (por falta de agua) no trigo (por las condiciones climáticas muy extremas). En algunas zonas sí se intenta cultivar trigo pero es con poca abundancia y mucha precariedad.
- Los animales más usuales en esta comunidad son los Iak (únicos de zona; algunos en Mongolia). Del iak se aprovecha todo, sobre todo la piel, muy utilizada en la construcción de las tiendas (banak). Su carne no es un plato cotidiano, al contrario de lo que sucede con la carne de cabra. Muy utilizado como medio de transporte, del mismo modo que el caballo, que en el Tíbet no se come (sí en Mongolia). También se alimentan de todo tipo de productos lácticos obtenidos a partir de estos animales (queso, mantequilla, yogur muy espeso).La leche no se toma fría, sino hervida para evitar infecciones. El animal más corriente en los 4 grupos es el perro; todas las familias tienen varios y se les tiene especial miramiento.
- Se trasladan unas 4 veces al año (coincidiendo con las 4 estaciones), en busca de pasto para los animales.
- No tienen una organización familiar fija. Ninguna es moralmente "la correcta", ya que el budismo no se pronuncia sobre este aspecto. Sí es cierto que algunos practican la poligamia. Esta poligamia es, en general, fraternal. Es decir, un hombre se casa con una mujer y, a su vez, pasa a hacerse cargo de toda la familia de ésta. Las hermanas de la esposa también pasan a ser propiedad (en todos los sentidos) del marido, si bien algunas, cuando son mayores, pueden contraer matrimonio con otro varón, para dejar de ser propiedad de su cuñado.

1.2) Agricultores
- Pequeños núcleos localizados en los valles protegidos por el viento y con abundante agua para irrigar los cultivos.
- Son los encargados de fabricar la tsampa.
- No tienen una estructura familiar única, pero la poliandria es la más corriente (no es legal): una mujer casada con varios hombres, hermanos entre sí. La mujer entra en casa de los hombres. Con este sistema se evitan reparticiones inútiles de tierras. Según la tradición normal, un propietario con 3 hijos deberá repartir la tierra entre los 3 hijos y sus respectivas familias y así sucesivamente. En cambio, según el sistema tibetano, si un propietario tiene 3 hijos y hace entrar a una sola mujer para los 3 hijos, no será necesario repartir la tierra ya que la disfrutarán entre todos (una especie de comunidad). También es una manera de controlar la natalidad. Una única mujer dará hijos a los 3 hombres, mientras que con el sistema normal serían 3 mujeres para dar hijos (aumenta el número de niños). Los hijos son siempre los que mantienen a los padres (es la responsabilidad de los hijos).
- Como resultado de familias nómadas y agrícolas desestructuradas (porque emigraban a las ciudades o por padres que morían) hay una gran cantidad de niños que viven en las calles pidiendo limosna, que caen en la delincuencia. Gran problema con difícil solución (son unos marginados dentro de un bloque -Tíbet- marginado ya de por sí)

1.3) Ciudadanos
- Lhasa: lha=deidad; sa=tierraà tierra de la divinidad
- Desde el siglo VII ya se sabe de sociedades urbanas tibetanas, antes incluso que las grandes ciudades europeas, que nacieron durante la Edad Media (s.XI-XII)
- Capital fundada en el 600, se acumulan los servicios (administración que trabaja para el gobierno), el sector de los comerciantes, la aristocracia formada por miembros del gobierno civil laica y religiosa. Estos últimos se encargaban de administrar los monasterios (normalmente eran monjes de familias aristocráticas).
- El té es un producto altamente consumido. No se cultiva en el Tíbet sino que se trae de la India o de china a través de rutas comerciales organizadas por las ciudades.

1.4) Religiosos
- Un 20% son hombres y un 10% son mujeres.
- El primer monasterio fundado en el 1º cuarto del siglo VIII fue el de Samie. No es el más grande, pero sí el de más historia, el más antiguo.
- La mayoría practicaban el voto de celibato, pero también los había que no (al igual que los protestantes católicos, los imanes musulmanes o los rabinos judíos).
- En Lhasa hay 3 de los 5 monasterios más importantes del país: son Gandán (a unos 50 kms del centro), Sera y Dräpung. Los otros 2 (fuera de Lhasa) son Labrang (en Ganzu) y Tar (en Qinghai). Entre estos 3 monasterios, antes formaban una comunidad de unos 20.000 monjes (en los años 50 había en Lhasa unos 30.000-40.000 habitantes más los 20.000 monjes). En la actualidad, el número ha descendido a unos 1.000.
- Estos monjes se matenían ellos mismos porque rezaban, practicaban rituales, etc, pero en la actualidad viven de las donaciones. Antes tenían asignadas tierras y ganado. Las tierras eran trabajadas en un 40% por campesinos. Éstos no las podían vender, las trabajaban y ganaban sus sueldos a cambio. En algún caso las podían alquilar, pero nunca vender, porque no eran suyas, sino de los monjes.

17 de junio de 2006

Genji monogatari

Genji Monogatari narra las historias de amor del príncipe Genji (principalmente) a lo largo de su vida y de las pericias que debe llevar a cabo para que éstas se consuman. Genji desborda sensibilidad ["hasta ahora nadie me había odiado, es más de lo que puedo soportar" (pág. 67), "vuestra actitud severa y distante me es muy penosa" (pág. 174), "afligido por el alejamiento de Rokujo" (pág. 230), "desconsolado ante el rechazo de Aoi" (pág. 233)...] y todas las historias de amor que le suceden están impregnadas de gran sentimentalismo y ternura ["la quiero más de lo que pueda quererla su padre" (pág. 145), "¿si yo no os amase mucho, os cuidaría así?" (pág. 152), “con qué paciencia y ternura la hubiera cortejado" (pág. 175)], hasta tal punto que, a menudo, no se esconde en demostrar la pena que siente "la rara semejanza de la niña con su tía Fujitsubo le hizo llorar" (pág. 121) y que le lleva, en ocasiones, a presentar su lado más infantil "dándose cuenta brutalmente del terrible desastre que le había sucedido, estalló en violentos sollozos" (pág. 100). Cabe subrayar su espíritu compasivo "compadecido a causa de su madura edad" (pág. 201) y la piedad que le caracterizan "la piedad hizo lo demás: continuaría con las decepcionantes entrevistas (...) haciéndola objeto de mil bondades" (pág. 177). Genji es un personaje muy enamoradizo y, es que, su afán por descubrir detalles interesantes de las vidas de aquellas que se cruzan en su camino "se tomó tanto interés por ella que daba a entender que estaba intensamente enamorado" (pág. 213), así como la prontitud con la que manifiesta caer rendido bajo los encantos de todas ellas "muy pronto avivose el amor que Genji experimentaba por la dama" (pág. 88), así lo demuestran. Cierto es que en la mayoría de situaciones que le acontecen Genji actúa de manera romántica "¿no es este el presagio de que nuestro amor durará a través de todas nuestras vidas por llegar?" (pág. 92) y apasionada "venid a mí, amor mío" (pág. 98), porque en realidad "Genji no tenía carácter para olvidar jamás a aquellas que una sola vez le habían enamorado" (pág. 157), como bien se evidencia a largo de todo el libro. Así pues, podría decirse que el amor en todas sus manifestaciones es el tema principal de la obra. Cabe destacar que la autora concede gran importancia (ya que recurre en varias ocasiones) al sufrimiento que genera este sentimiento y no sólo a sus satisfacciones: el amor perdido o no correspondido puede desembocar en enfermedad ["vuestra despreciativa actitud inflige sufrimientos a la pobre dama" (pág. 170), "la princesa Aoi se encontraba extrañamente enferma" (pág. 231), "Rokujo, de una manera vaga, indefinida, estuvo en verdad enferma" (pág. 235), "Genji cayó en una apatía y desesperación sin límites" (pág. 240)] e incluso puede llegar a matar (Aoi).

Genji, ya desde su edad más temprana, es presentado como un niño de "belleza sin igual" (pág. 23), de maneras tímidas y graciosas y con gran facilidad para el estudio; tiene, como se le manifiesta a su padre, el Emperador, "todos los signos de quien puede convertirse en Padre del Estado" (pág. 25). Su belleza es recalcada durante todo el libro, como una de las características que más le distinguen "era tan bello que le llamaban Hikaru Genji" (pág.27), "poseía una adorable belleza" (pág.95), "la belleza y la frescor del rostro de Genji..." (pág. 173).

Genji, además, posee una serie de cualidades que hacen de él un personaje encantador, si bien, la autora también insiste en resaltar sus mayores defectos. El hecho de haber sido educado en el ambiente de la Corte, le ha convertido en un ser elegante, refinado y de gustos exquisitos, como lo demuestran la elección de sus vestimentas "muy distinto de los magníficos vestidos usados por Genji en más felices días" (pág. 245), las apreciaciones sobre la caligrafía o la capacidad intelectual de los demás "incapaz de soportar tanta cortedad en la expresión" (pág. 175) o la misma veneración por las mujeres hermosas "su perfecta belleza sin mácula era tal que no cesaba de provocar la admiración del príncipe" (pág. 187); sin embargo, tal y como manifiesta la autora, "todo lo que era fantástico o grotesco, ya fuera en las situaciones, ya en los personajes, poseía siempre para él un gran atractivo" (pág. 119) y para entender esta afirmación no hay más que recordar algunas de sus amantes "dióse cuenta de su principal defecto: la nariz" (pág. 173), "Utsusemi había estado lejos de parecerle bella" (pág. 177), "¡pobre mujer! Es fea de veras" (pág. 181).

Son curiosas algunas de las contradicciones que definen la personalidad de Genji. En repetidas ocasiones se remarca su racionalidad "por qué no divertirme jugando con la chiquilla en lugar de pasar el tiempo al lado de alguien desagradable" (pág. 181) y su capacidad de ser consciente de que su forma de obrar no es siempre la correcta "sabe que los celos de su mujer tienen fundamento" (pág. 96) y "los reproches (...) sobre sus aventuras no eran injustamente merecidos" (pág. 222). Estos factores le conducen a comportarse prudentemente "se acostumbró a obrar con extremada prudencia" (pág. 31) y de manera precavida "temiendo que los que ignoraban todo aquello pudiesen interpretar falsamente estas frecuentes visitas (...) se contuvo" (pág. 148) y, es a raíz de esta actitud, que aparece el "secretismo" con el que se llevan a cabo todos los encuentros amorosos del príncipe, el cual "siempre sale de noche por temor a despertar rumores" (pág. 157) y "cuidadosamente disfrazado" (pág. 160). Sin embargo, "lleva a cabo sus investigaciones" (pág. 82), dada la curiosidad que despiertan en él las historias de las damas que le interesan, ya que "desconocía su rostro [de la dama] y estaba decidido a conocerlo" (pág. 214) e "incapaz por más tiempo de aguantar su curiosidad, empujó la puerta sin dificultad" (pág. 168), mostrando su faceta más irreflexiva e imprudente. Una vez consigue sus objetivos, teniendo en cuenta que "sus pensamientos se niegan a obedecerle" (pág. 67), "se toma tantos trabajos para estar con la dama" (pág. 95) que saca su lado más impulsivo y "no puede resistirse aun a pesar de los consejos de su razón" (pág. 107), olvidando todo protocolo. Finalmente, "la falta de discreción deplorable por parte de Genji al llevar a cabo sus escapadas y su ligereza sin freno eran conocidas por todos" (pág. 223).

Asimismo, podemos ver a un Genji en ocasiones algo desdeñoso (la actitud con su esposa Aoi o con O-Chu), descortés "no podía dejar de mirarla [la horrible nariz de la dama]" (pág. 173) e incluso cruel "la burla [hacia la "princesa azafrán"] era en extremo cruel" (pág. 178). Puede llegar a resultar vanidoso "tenía tanta vanidad como para creer que a Kurodo no le importara que él ya hubiera despojado antes a su amada" (pág. 111) y manipulador "cuando la niña se convirtiera en su pupila, podría manejar sus gustos, todavía indecisos, a los suyos propios" (pág. 124). A pesar de ello, es más bien su faceta de hombre educado y cortés "temo que sea demasiado injusto accediendo a ocupar parte de vuestro sitio" (pág. 229) y su carácter respetuoso "llegado el momento oportuno, llamó a la puerta" (pág. 173) y considerado "estimo muy amable por su parte habérmela destinado [la capa]" (pág. 178) lo que más destaca en su personalidad.

No podemos olvidar que Genji es un hombre casado y su "ligereza" en cuanto a sus "amistades" y "entrevistas" con otras damas "sólo le proporcionaban gran aflicción" (pág. 114). Las palabras de su amigo Chujo "temo que algún día estas expediciones clandestinas os traigan consigo algo desagradable" (pág. 162) son claramente premonitorias de lo que le sucederá en un futuro: Genji "fatigado ya de las susceptibilidades, celos y recelos de la otra [Aoi, su esposa], por un tiempo dejaría de verla" (pág. 96); "la princesa, tanto se atormentó por esta causa que cayó seriamente enferma" (pág. 192) y "su estado se hizo desesperado" (pág. 239) hasta que "toda señal de vida cesó" (pág. 240). Sumido en un enorme estado de culpabilidad "un amargo remordimiento llenaba ahora su corazón" (pág. 241), Genji comprendió entonces que "en lo porvenir debía abstenerse de considerar todo aquello [amantes] como un verdadero refugio" (pág. 256).

Es muy interesante reflejar los paralelismos que se establecen entre Genji y su padre, el Emperador, ya que parece que los acontecimientos importantes en la vida del segundo, se reproducen con gran similitud en la vida del primero. Así, por ejemplo, ambos deben pasar por la terrible experiencia de perder a sus respectiva amadas (padre, a Kiritsubo e hijo, a Yugao y a Fujitsubo) y están condenados a seguir viviendo con sus recuerdos, hasta tal punto que "la vida se convierte [para el Emperador] en una pesada carga" (pág. 27) y Genji "se sintió tan desesperado, cansado de la vida y de sus miserias que pensó en pronunciar los votos de los bonzos" (pág. 242). También los dos, en un momento determinado de sus vidas deciden "adoptar" a una niña que se encuentra desamparada (padre, a Fujitsubo e hijo, a Murasaki). Finalmente, ambos comparten el hecho de haber engendrado un hijo ilegítimo con sus respectivas amantes; parece que la historia se repite.

El estilo literario que adopta Murasaki Shikibu es muy peculiar. Si bien toda la historia está narrada combinando los diálogos de los personajes con la explicación de manera indirecta de los sucesos, en momentos puntuales de la obra la autora hace una aportación directa, una pequeña intervención como si intentara recalcar algún aspecto concreto o como si mantuviera un diálogo directo con el lector "si se continuaran describiendo todas las perfecciones de este pequeño personaje, no tardarían en cansar" (pág. 24), "una extensa carta acompañaba al poema que, por no tener un especial interés, se omite aquí" (pág. 113), "de todas formas sé que se me considerará una cronista de escándalos, pero no puedo evitarlo..." (pág. 114), "veremos en el próximo capítulo cuanto le sucedió" (pág. 182)...

A través de un personaje con una compleja riqueza psicológica, Murasaki Shikibu logra una novela que supone un retrato muy fidedigno de la realidad social de su época (aproximadamente el año 1000), basándose especialmente en la vida que rodeaba a la Corte Imperial de la era Heian y a todos los que en ella vivían: desde el mismo Emperador, hasta los príncipes, pasando por las concubinas o sus sirvientas. Fruto de la minuciosa observación de su ambiente, consigue describir muy detalladamente aspectos como las vestimentas, las habitaciones de las casas y sus decoraciones o algunos utensilios típicos, consiguiendo trasladar al lector a la época en la que se desarrolla la acción. La importancia concedida a la caligrafía, así como a los poemas y a la expresión acurada de los personajes ayudan a crear un clima favorecedor para situar la obra en una era de gran explosión cultural para Japón.
SOBRE LA AUTORA
De Murasaki Shikibu no sólo hay que resaltar su minuciosa capacidad de observación de la sociedad de su época, que tan brillantemente transmite en el Genji Monogatari, sino que también cabe destacar su habilidad poética, que si bien en el Genji ya se pueden degustar algunas de sus creaciones, no es hasta que escribió una colección de poemas que fue considerada uno de los “Treinta y seis grandes poetas”. Además de La novela de Genji, Murasaki Shikibu es la creadora de El Diario de Murasaki Shikibu, en el que narra las historias de la Corte Imperial durante los años 1008 y 1010, y en el que plasma los problemas que acontecían durante la época Heian como la falsedad y la hipocresía de la aristocracia, las tradiciones machistas y las desgracias vividas por los personajes femeninos víctimas de una sociedad poligámica.

27 de abril de 2006

Humor japonés

知り合いと日本人の性格について話す時、大部分は私と同じ意見です。ところが、あることに対しては違うことに気がつきました。「日本人は余りユ―モア感覚がない人々だ」と何回も聴きました。私はそう思いません。その理由でこのテーマを調べたらどうだろうと考えました。
 
スペイン人は、日本人について似かよったイメージを持っているようです。明らかに、日本人は規律があって、働き者で、礼儀正しい人々だと言えます。でも、それを曲げてとらえて、彼らは真面目過ぎで、冷たくて、内向的な人と考えることはできないでしょう。それでは、質問をしましょう。ここにいる日本の人達も、例外(れいがい)なく、このように自分を描写するでしょうか。考えてみてくれませんか。

日本人のユ―モア感覚のほうが、スペイン人のより、ずっとソフトだと思いませんか。日本人も彼らの規則だらけの社会を茶化しますが、私達の方法とは全く違います。例えば、批判をする時、当たり障りのないように表現します。けれども、スペイン人の大げさな身振りの表現に、彼ら流のきわどい冗談を混ぜれば、本当に日本人には消化しにくいカクテルができ上がります。彼らにはショッキングであるかもしれません。 

さて、何でもないことに熱狂する日本人は、スペイン人にはあどけなく見えます。しかも、絶やされることのない日本人の笑顔は、スペイン人にとっては、解りにくいことがあります。一方で、スペイン人は陽気な人に見えるからといって、必ずしも、何でもないことによく笑うとは限りません。だから、日本人こそ、愛すべき人だと思います。

それぞれの文化には、それぞれのユーモアが、あるに違いありません。しかし、同じように考えることはできません。即ち、ある笑い話は、スペインではとても滑稽ですが、日本では意味を取り違えるかもしれません。スペインと日本とでは、言語や社会文化的に大きな違いがあるので、同様のユーモア感覚がないと言ったら、分かりやすいと思います。例えば、井上ひさしのきりきり人と夕方を過ごすのは、スペイン人にとってはどんな意味があるでしょうか。たぶん、理解できないでしょう。

最近、読んだ記事によると、よく笑ったらストレスを解消できるだけでなくて、寿命が伸ばせるそうです。人間は, つねに、勉強や仕事や子供やお金など、心配しながら過ごしています。心配すれば心配するほど、もっとストレスが溜まってしまいます。

それでは、ちょっと失礼して、よく笑うための助言を、させてください。友達と会って、歌を歌って、元気になりましょう。また、子供に学んでください。彼らは心の中に、楽しみの渦を巻き起こしてくれます。日本人をお手本にした、そんな面白いアドバイスで、スピーチを終わりたいと思います。

ところで、アメリカの州で、いつも朝なのはどこか、ご存知ですか。
もちろん、(Ohio) “おはよう” ですね。

12 de abril de 2006

ZATOICHI: Una de samuráis

SINOPSIS
Zatoichi es un aparente masajista ciego que, guiado por su bastón, se dedica a llevar una vida errante. Sin embargo, se trata de un rōnin extraordinario que, acompañado por su espada, llega a una pequeña ciudad sometida a las rivalidades entre dos bandas: Ginzo y Funahachi. Zatoichi se cruza con una serie de personajes que mantienen diferentes relaciones con los Ginzo, lo que hace que acabe viéndose relacionado indirectamente con la banda, hasta el punto que es el rōnin quien se convierte en el exterminador justiciero, en el liberador de las opresiones de los malvados. Zatoichi es un catalizador para que los personajes solucionen sus problemas. Así pues, tres historias paralelas se van desarrollando a lo largo de la película: Shinkichi se encuentra con Zatoichi en una de las casas de juego de la ciudad. Su adicción a los dados le lleva a tener problemas de dinero con la banda dominante (Ginzo); la inestimable intervención de su compañero de juego, Zatoichi, hace que sus apuros desaparezcan. Asimismo, los hermanos Osei y Okuni, que han consagrado su vida a perseguir a los matones (Ginzo) que acabaron con la vida de toda su familia, encuentran la venganza gracias a la ayuda del temible masajista que lucha con ellos por lo que él considera una causa justa. Finalmente, se encuentra con Hattori, un antológico samurái al servicio de los Ginzo, con el que Zatoichi establece una relación de admiración-respeto que llega a su fin cuando el rōnin se ve obligado a darle muerte para salvar su vida. Con la aniquilación del jefe del clan Ginzo, llega la felicidad de todos los ciudadanos y la felicidad les reúne a todos a excepción de Zatoichi. Durante su marcha se produce la mayor de las paradojas: si bien su ceguera le convierte en el más clarividente de los guerreros, sus agudos sentidos no pueden impedir que tropiece con una piedra del camino.

GUIÓN ORIGINAL
Esta película de Takeshi Kitano no es un guión original. Zatoichi es uno de los héroes japoneses más célebres, gracias a las historias narradas en el pasado por Kan Shimozawa, quien dio vida a un masajista ciego que manejaba la espada como ningún otro guerrero de su época. Pero estas historias datan de hace más de diez años en Japón, con lo que es posible que muchos jóvenes de hoy en día no le conozcan; por este motivo, y según las palabras del propio Kitano, "desearía que mi película les brindara la oportunidad de conocerle" y accedió a las propuestas recibidas para adaptar las antiguas versiones de este personaje a la suya propia. De hecho, del personaje principal, lo único que conserva es su nombre, su oficio de masajista errante y su excepcional manejo de la katana. Sin embargo, Kitano quiso aportar ese toque de originalidad que tanto caracteriza a sus producciones y con sus pericias técnicas creó un Zatoichi nuevo tanto física como psicológicamente: "todo lo demás debía de ser fruto de mi propia creatividad" (T.Kitano). No se limita a seguir las mismas normas que en el guión original o simplemente a adaptar los primeros textos en la búsqueda de su equivalencia fílmica. Lo que importaba era el tema, que era el que contenía el espíritu de lo que deseaba explicar, y el personaje principal, si bien lo somete a varias transformaciones. Zatoichi es presentado como un tipo excéntrico; de hecho el color rubio platino de su cabello así lo demuestra, y además aporta cierta modernidad a una época muy tradicional. En esta versión, el rōnin es independiente, tiene una personalidad taciturna y siempre actúa en solitario, a pesar de sus encuentros con los diferentes personajes. Escucha los problemas de sus nuevos compañeros e incluso está dispuesto a ayudarles a solventar sus problemas con las bandas dominantes de la ciudad. No obstante, mantiene una cierta distancia con ellos; en ningún momento explica nada acerca de su vida y en ningún caso se muestra como un personaje sensible: simplemente, se limita a hacer justicia y/o a defenderse de los ataques de los demás guerreros.


Su forma se luchar también es peculiar. Su manera de sujetar la espada y su manejo están muy mejorados con respecto a las antiguas versiones, además de que el color de la misma también cambia (la funda es de color rojo, mucho más visual y llamativo que el marrón de las anteriores). Representa un ejemplo de feroz instinto de supervivencia.


Los toques de humor que Kitano introduce durante la película también suponen una novedad. Aunque algunas escenas no tienen nada de cómicas, el director introduce ciertos apuntes humorísticos (desenvainar la espada ante un ataque y herir en un brazo a su propio compañero de clan) o personajes (Shinkichi o Ogi) que rozan lo absurdo y restan importancia o severidad a las imágenes que preceden.


Otra de las aportaciones de Kitano a destacar es el uso del baile o de los sonidos de ambiente para seguir la música (escena de los labradores o de los niños chapoteando con el barro), que dan un aire original y divertido a la película.


Cabe nombrar también el uso de las técnicas informáticas, a las cuales el director recurre para plasmar las escenas más sangrientas.


Así pues, vemos que a pesar de que esté basada en otras historias del mismo héroe, en esta ocasión se trata de una versión totalmente innovadora que ha hecho que este clásico vuelva a estar de moda, pero con una concepción bastante diferente; además, la película ha despuntado en su género y ha contribuido a la creación de una nueva generación de películas de samuráis.


SAMURÁI Y RŌNIN

“Samurái”( 侍) es el término comúnmente utilizado para referirse a los guerreros de Japón, sin embargo, abarca una realidad mucho más amplia.
Los orígenes del samurái se encuentran en el período Heian; “saburai” (servidor) era el nombre con el que se designaba a los guardias del palacio imperial que estaban al servicio de un señor que les proveía de armas a cambio de defensa. A finales del siglo VIII, con su afán de expansión territorial, el emperador Kammu envió a los soldados imperiales a luchar con las tropas enemigas, pero fracasaron dada su poca preparación para desempeñar esta función. El emperador decidió proclamarse “shōgun” 将軍 (gran general) y empezó a delegar poder a los clanes regionales o daimyō (大名). Estos clanes nacieron con los grupos de granjeros que se unieron para luchar contra la tiranía de los gobernadores de sus tierras. Gracias a sus severos entrenamientos, se convirtieron en expertos guerreros y fueron adoptados como las nuevas tropas imperiales en detrimento de las ya existentes. Estos guerreros se unieron y formaron los clanes regionales, que giraban en torno a la autoridad de un jefe de clan o “tōryō” (頭領). La mayoría de estos jefes regionales eran vasallos (gokenin, 御家人) de los shogun. Muchos de estos guerreros vivían en aldeas y administraban sus tierras mientras se adiestraban en las artes militares, dispuestos siempre a servir a sus jefes en el campo de batalla. Si bien en un principio, se encargaban de someter a los rebeldes que se sublevaban, muy hábilmente supieron ir amasando el poder suficiente para derrocar a la autoridad imperial y formar su propia forma de gobierno; es lo que se conoce como la etapa de hegemonía samurái. Los clanes de samuráis se convirtieron en los guerreros de la nobleza, de manera que con el contacto con ésta les llevó a adoptar sus aficiones como la caligrafía, la música o la poesía; esta influencia hizo que a finales se adaptaran muy bien a la corte, hasta que finalmente abandonaron sus tareas militares para gestionar las tareas administrativas de los daimyō.


De entre las costumbres que más han trascendido de los samuráis podemos encontrar sus magníficas habilidades con la “katana” (刀); aunque en sus inicios utilizaban el arco en las batallas y muy posteriormente (y por influencia europea) las armas de fuego, los samuráis son famosos por el arte de luchar y de manejar sus espadas, aunque para ellos se trataba más de un símbolo de estatus o de poder.


Se regían por un código ético muy estricto, el bushidō (武士道 ), que era la base de la filosofía samurái y que les instruía en aspectos como la lealtad, la valentía, la fidelidad o el honor. Si se daba el caso de la pérdida de este último, estaba movidos por la obligación moral de practicar el “seppuku” (切腹) o suicidio por honor que consistía en un suicidio ritual por desentrañamiento.
Es sabido que el budismo Zen tuvo gran influencia en la clase samurái; exigía una enorme disciplina y concentración, a través de la cuales se podía alcanzar el “satori”(悟り) o iluminación. Llegó a encandilar a los samuráis, que lo practicaban para superar el reto de tener que afrontarse a la muerte constantemente y conseguir apaciguar sus mentes.


Las vestimentas de los samuráis también eran muy peculiares. En función de la estación del año o del período al que pertenecieran, los trajes fueron variando, pero la pieza básica, el kimono, seguía siendo insustituible. Éste era atado a la cintura por un “obi” (cinturón) que servía a la vez de sujeción a la katana. Calzaban “geta” o zuecos de madera y sus peinados constituían una parte importante de su apariencia; los más comunes eran las coletas anudadas a lo alto de la cabeza o la rasuración de la parte superior de la cabeza, como si tratara de una prolongación de la frente.


No era habitual que los samuráis contrajeran matrimonio, dada la falta de tiempo y de oportunidades para dedicarse a esta labor. Sin embargo, los que sí estaban casados era porque guerreros de rango superior a la suya así lo arreglaban para que se juntaran con mujeres pertenecientes a familias de samuráis. La principal obligación de estas mujeres consistía en manejar a la perfección todos los asuntos del hogar y para ello eran educadas ya desde pequeñas con mucha disciplina. El samurái tenía derecho a tener amantes (siempre bajo la supervisión de los guerreros de rango superior) e incluso de desechar a sus mujeres, aunque el divorcio era una práctica que raramente se llevaba a cabo. Asimismo, son conocidas las relaciones pederastas mantenidas por los samuráis, aunque para la sociedad samurái eran prácticas honorables y muy importantes.

Los rōnin (浪人) eran los samuráis que no pertenecían a ningún daymiō y que, por lo tanto, no tenían amo. Durante la época feudal había algunos clanes que perdían a sus amos porque se arruinaban o porque caían en alguna lucha. Otras veces, había samuráis que eran expulsados de los clanes por algún motivo que hubiera contrariado al jefe de la banda. Cuando alguna de estas situaciones se daba el samurái se convertía en “huérfano” y no tenía más remedio que partir y llevar una vida errante, a la espera de poder encontrar algún clan a quien poder proteger y que estuviera dispuesto a “adoptarle”, aunque raramente sucedía. Si un rōnin conseguía entrar en un daimyō y jurarle lealtad se convertía inmediatamente en un auténtico samurái. Cuando los rōnin no conseguían entrar al servicio de un clan, sólo les quedaba la opción de dedicarse a tareas de mercenario, guardaespaldas, maestros de esgrima o simplemente a vagabundear, ya que al no poseer tierras, debía ganarse su sustento, pues no es concebible para un samurái el vivir del diezmo recibido.


En la película Zatoichi esta figura está representada por el propio Zatoichi (samurái-masajista errante) y por Hattori, el guardaespaldas de la banda Ginzo.


PERÍODO DE HEGEMONÍA SAMURÁI

Si bien los orígenes del samurái se encuentran en el siglo VIII, el comienzo de la supremacía guerrera no llega hasta la época del gobierno shogunal, a finales del siglo XII (período Kamakura 1185-1333); la presencia de la clase guerrera samurái perdura durante siete siglos, hasta el período Edo (1600-1868). Por lo tanto, estamos antes una etapa de la historia muy amplia, a través de la cual se van desarrollando varios períodos con sus respectivos hechos históricos y características:

KAMAKURA (1185-1333)
Shogunato Minamoto

EDO (1600-1868)
Shogunato Tokugawa

MOMOYAMA (1573-1600)

Shogunato Nobunaga + Hideyoshi

MUROMACHI (1333-1573)
Shogunato Ashikaga


A partir de la época Kamakura, la estructura política, social y cultural de Japón sufrió enormes transformaciones y es que, con la clase samurái al poder, todos estos aspectos se vieron enormemente influenciados por sus costumbres.

· ASPECTOS CULTURALES

Es en el siglo XIV que Kyoto revive como centro comercial y cultural. Éste es el período más fructífero de la historia de Japón. El desarrollo cultural de esta época viene marcado por dos aspectos: la influencia samurái y la influencia del budismo Zen. Así pues, éste es el período en el que los señores feudales hacen construir voluptuosos castillos a modo de fortalezas (Castillo Azuchi), pero también es cuando se edifican templos majestuosos como el Pabellón de Oro, con grandes rasgos de budismo Zen. De la misma manera, aparece la fabricación de katanas como una importante profesión, muy útil para los samurái, pero también florece el arte de la cerámica como consecuencia del auge de la ceremonia del té (como medio de búsqueda de la estética Zen). Se escriben relatos bélicos sobre la lucha por el poder de los clanes, aunque éste es también el período de la poesía (Sōgi) y de los haiku (Bashō), breves meditaciones de carácter budista Zen. El refinamiento y la sencillez del teatro Noh (XIV) y el Kabuki y Bunraku (finales XVI) son otras manifestaciones marcadas por la nueva estética. Asimismo, tienen un fuerte desarrollo en esta época el ikebana (arreglo floral) y el ukiyo-e (pinturas del mundo flotante), siempre siguiendo el pensamiento Zen.


· ASPECTOS RELIGIOSOS

El budismo es sin duda la religión que marca este período. A pesar de ello, el pensamiento religioso va evolucionando en tres etapas. La primera, durante la época Kamakura, en la que el budismo desarrolla nuevas escuelas de pensamiento y nuevas doctrinas (escuela de la Verdad de la Tierra Pura o el Nichiren). Es en la segunda etapa, Muromachi y Momoyama, en la que arraiga la vertiente Zen sobre todo entre la clase samurái y que, rápidamente, alcanza una gran influencia en todos los aspectos culturales de la época, que se extienden hasta la actualidad. Durante esta segunda etapa, llega el cristianismo al país de la mano de San Francisco Javier; tiene una buena aceptación especialmente entre 1549-1639, si bien en 1609 se convierte en una religión prohibida. La tercera etapa, Tokugawa, es característica porque el neoconfucianismo y el sentimiento de superioridad que promulga (muy conveniente al sistema de gobierno de la época) se convierten en la filosofía ortodoxa del país. Sin embargo, hay un resurgimiento del sintoísmo que culmina con la creación de la Escuela del Aprendizaje Nacional.


· ASPECTOS SOCIO-ECONÓMICOS

La división del país en multitud de dominios feudales gobernados por los daimyō favoreció a empeorar la situación de los campesinos. Cierto es que en cierto momento los campesinos gozaron de una pizca de libertad que les permitió comprar sus propios terrenos. No obstante, el ritmo de vida despilfarrador que llevaban a cabo los daimyō y los samuráis, así como la presión económica derivada del aumento del coste de vida, hicieron que las clases dirigentes sufrieran dificultades económicas importantes que intentaron sufragar con el aumento desmesurado de impuestos a los campesinos. Esta situación se convirtió en insostenible para muchos y les llevaron a cometer actos terribles para sobrevivir (infanticidios, abortos, prostitución…).
La fuerza física y el valor militar eran dos requisitos indispensables para poder llevar una vida holgada. Con ello, la situación de las mujeres se vio muy debilitada y, con la pérdida de sus derechos, se la relegó a una posición inferior a la de los hombres; en la mayoría de los casos eran tratadas como esclavas. Esta etapa es característica también por el auge que vivieron algunas ciudades; algunas incluso llegaron a convertirse en importantes centros comerciales. La educación adquirió cierta importancia durante esta época, ya que es cuando las escuelas se convierten en instituciones docentes.


· CONTEXTUALIZACIÓN DE ZATOICHI

Existen una serie de factores que me hacen situar la película Zatoichi durante el período Edo, por lo tanto, a finales de la etapa de la historia de hegemonía samurái.
Si nos basamos en los aspectos técnicos de la película, deducimos que Zatoichi es una de estas películas pertenecientes al género “jidaigeki” (時代劇), literalmente “período de drama”; este período suele asociarse con la época Edo de la historia de Japón. Todas las películas de este género comparten una serie de características, muchas de ellas muy presente en esta producción de Kitano. Por ejemplo, encontramos que es muy usual que narren las aventuras de un personaje errante. Zatoichi es un rōnin y, como tal, anda de una parte a otra sin asiento fijo. La posición social de los protagonistas es un aspecto importante para identificar las jidaigeki. Zatoichi es masajista, profesión muy habitual entre las personas ciegas de la época; Hattori se ve obligado a recurrir al trabajo de guardaespaldas para incrementar sus ingresos económicos y poder proporcionar un tratamiento médico a su esposa enferma. El hecho de tener que buscar una faena extra es muy recurrente en estas películas. Es necesario que antes de que concluya la cinta el protagonista muestre sus dotes de samurái ante “el malo” y salga vencedor. La lucha entre Zatoichi y Hattori sucede pocos minutos del final. Durante las luchas que se muestran a lo largo de la película, “los malos” nunca atacan al mismo tiempo al protagonista, como si cada uno esperara su turno para ser derrotado. En este punto también coincide “Zatoichi”.
Si nos fijamos en algunos detalles, podemos asimismo deducir que se trata de esta época. El arma utilizada durante todas las luchas es la katana o los puñales y no el arco, que fue el arma característica de principios de la época de los samuráis. Durante el enfrentamiento entre las geishas y la banda Ginzo, Ogi empuña un arma de fuego. Este tipo de armas sólo empezó a introducirse en Japón a mediados del siglo XVI con la influencia europea; Hattori es un claro ejemplo de las dificultades económicas que sufrieron algunos samuráis en la época Edo que, como ya hemos visto, deben recurrir a trabajos extra. Además, lleva bigote; dejarse crecer el bello facial era un símbolo de distinción durante el período Edo.
La abundancia de los barrios de burdeles y las casas de té son típicas del período Tokugawa.

COMPARATIVA CON EL PERÍODO HEIAN



El entorno político de la era heiana está marcado por la descentralización llevada a cabo por el poder imperial. Las tareas administrativas de la periferia fueron delegadas a manos de regentes imperiales, cuyo poder fue acrecentándose con la adquisición de los shōen o latifundios. La fuerte presión de los gobernadores locales acabó debilitando las fuerzas del orden y el poder militar de la corte y marcó el inicio de la decadencia del poder imperial que más tarde daría paso a un gobierno ejecutado por estos regentes.

La base económica del país era la agricultura (principalmente del arroz), la cual durante este período se vio beneficiada con grandes novedades que impulsaron un gran crecimiento de este sector. Sin embargo, el fuerte control por parte de los clanes regionales restringían la libertad de movimiento de los campesinos; del mismo modo, los grupos artesanales también estaban oprimidos por los gobernadores locales.

El papel de la mujer en esta época fue crucial; la mujer no sólo era la cabeza de familia sino que además la sociedad se movía según el sistema matriarcal; incluso en las familias imperiales, a veces, ocupaban el trono. El esposo vivía separado de su familia y la poligamia y los matrimonios consanguíneos estaban a la orden del día.

El Emperador ejercía un papel religioso que estaba respaldado por el pensamiento sintoísta, muy arraigado en la época; conceptos como la vida y/o la muerte se explicaban gracias a la filosofía sintoísta. No obstante, fue durante esta etapa heiana que el budismo empezó a proliferar (especialmente entre las clases altas); aparecieron nuevas sectas como la Tendai (Plataforma Celestial) o la Shingon (Palabra Verdadera). En un intento de conciliación de budismo y sintoísmo nació el Sintoísmo Dual.

La corte heiana propició el florecimiento cultural e intelectual del país. Las manifestaciones artísticas contenían una fuerte dosis de influencia china, como lo demuestra el auge del arte de la caligrafía, muy desarrollada en esta época, en la que la sensibilidad y la apariencia era sumamente importante; este factor dio origen al nacimiento de un lenguaje muy cuidado, repleto de términos respetuosos y muy educados, el “keigo” 敬語. Pero, a pesar de que la cultura china estuviera muy presente en las nuevas creaciones, en literatura, también hubo artistas que consiguieron aportar su toque de innovación, como lo evidencian el Man’yōshū o el Genji Monogatari, cargados de enorme efecto estético; también son de esta época los “waka” o poemas de 31 sílabas y los yamato-e, pinturas de escenas de la vida cotidiana japonesa. La arquitectura tomó un aire innovador; la influencia budista hizo que se masificara la construcción de monasterios muy adornados, e incluso las casas adquirieron formas peculiares y agregaron nuevos elementos (como las puertas correderas).
BIBLIOGRAFÍA

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MIKISO, Hane: Breve Historia de Japón, Madrid, Alianza Editorial, 2003
STANLEY-BAKER, Joan: Arte Japonés, London, Thames and Hudson Ltd, 2000
Atlas de Japón, Barcelona, Ediciones Folio, 1995